-¿Por qué los corazones no explican a los hombres que deben continuar siguiendo sus sueños?-preguntó el muchacho al Alquimista.
-Porque, en este caso, el corazón es el que sufre más. Y a los corazones no les gusta sufrir.
A partir de aquel día, el muchacho entendió a su corazón. Le pidió que nunca más lo abandonara. Le pidió que, cuando estuviera lejos de sus sueños, el corazón se apretase en su pecho y diese la señal del alma. Y le juró que siempre que escuchase esta señal, también le seguiría.
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